La fecha de clásicos no fue para el Tolima.
A papaya servida, papaya comida dicen algunos y en la mayoría de los casos es cierto, pero en el fútbol y tratándose del Deportes Tolima esto va en contravía, o al menos así se vio en el partido ante Tuluá.
Uno de los rivales débiles de la liga, casi en descenso, en los dos últimos lugares y con un técnico en la cuerda floja, hizo sufrir al conjunto pijao que no encontró la manera de ganar y poder empezar a mejorar su situación en la tabla.
Se recurrió a una propuesta parecida a la del partido anterior que dejó a pesar de la derrota algunos destellos del Tolima del primer semestre, pero esta vez y en casa no se asomó ni la mínima luz de ese equipo que jugó una digna Copa Libertadores y llegó a la final, pareciera que Cataño dejo hechizado, salado el equipo al no poder marcar el penalti en la final, y ni siquiera por esa vía pudo concretar el cuadro pijao ante un débil visitante.
Si se suma que Tuluá jugó con 10 una hora aproximadamente, entonces las limitaciones del conjunto musical fueron evidentes.
El apoyo de los laterales nada clara, volantes de armado que no ofrecen alternativas, ni Yohandri, Ni Sosa y menos Raziel García le dan ideas al equipo.
El delantero Miranda es una tozudez insistir con él, Lucumí solitario en su esfuerzo y un conjunto que no engrana no gana, se le acaban los partidos y su eliminación pareciera inminente.
Su próximo rival Patriotas Boyacá otro débil, a ver si ahora sí, es el despegue de los Pijaos.