Con goleada y expulsado terminó el partido el vino tinto y oro.
El Deportes Tolima se topó con una noche negra, un partido «malo» que se traduce en una derrota dolorosa en la instancia definitiva de 180 minutos la gran final, menos esperada: la finalísima ante el Junior de Barranquilla, que hizo trizas la defensa del pijao y lo masacro 3 a 0.
José Enamorado está en un tempo de inspiración que parece imparable, una melodía perfecta en el ataque, y los sabemos TODOS los del fútbol, la pregunta que se repite es: ¿cómo se silencia esa instrumentación? El Tolima, lamentablemente, no encontró la partitura. El conjunto de Ibagué sufrió el solo de Enamorado en toda su estructura defensiva, comenzando por un Junior Hernández que vivió otro partido en el metropolitano
el Hit de Enamorado al Minuto seis.
El primer tanto fue una genialidad de estadio, lleno del extremo juniorista. Le gana la espalda a Hernández, frena y lo deja «en el piso» con un movimiento de cadera que recuerda a un breakdance magistral. Luego, elude al del cierre, Nieto, y saca un remate ajustado al ángulo, un verdadero golazo que abrió el marcador. Apenas el minuto 6 y ya era 1 a 0. El vinotinto y oro estaba siendo sometido, bailando al son que le tocaban.
El Pijao vivió quince minutos de auténtico asedio, salvándose por la imprecisión de los delanteros rivales y por un Volpi que, cual baterista atento, ganó un mano a mano providencial. Pero cuando el equipo intentó salir de su propia área, recibió el segundo golpe. Brayan Castrillón, con una libertad excesiva, se coló entre ¡media docena! de camisetas vino tinto y oro para fusilar con un disparo certero: 2 a 0.
El Tolima intentó reaccionar, tuvo sus riff de ataque: un cabezazo de Parra, una demora imperdonable de Mauricio González frente al arco, y un cabezazo débil y de poca puntería de Juan Pablo Nieto. Pero en ese momento de respiro, el Junior le puso el tercer acorde a la goleada: Enamorado otra vez, ganándole la espalda a una defensa que parecía de papel, y firmando el 3 a 0.
El Drama en el Segundo Acto
Para el complemento, Lucas González intentó cambiar la tonalidad con sustituciones. Velásquez, con más aire, entró para marcar de cerca al inspirado Enamorado, mientras que «Tatay» ingresó sin lograr sentirse en el partido. Guzmán, de mejor rendimiento hasta ese momento, terminó cayendo en la vieja trampa de Teo Gutiérrez, ese provocador que el Tolima conocía bien. La expulsión de Guzmán, por esa «volatilidad emocional» que a veces les cuesta caro a los Pijaos, hizo aún más difícil soñar con un descuento.
El panorama es oscuro. El martes, al vinotinto y oro le queda la épica: mantener el cero atrás e ir recortando esa distancia de tres goles. Una tarea que se ve posible, pero con una probabilidad que coquetea con el milagro. El técnico lo dijo, y es la única nota de esperanza: «Si Junior lo hizo, Tolima también puede hacerlo».
La corona de campeón esta pendiente y solo los jugadores en el campo tienen el poder de cambiar el guion de esta historia. ¡A afinar la puntería y el alma, Pijaos!
Foto: @cdtolima
